El sacerdote diocesano, Jaume Benaloy, nos acerca la realidad que vive en la misión de Chimbote (Perú) en la que desarrolla su ministerio desde hace más de 15 años.

Chimbote es diócesis hermana de Orihuela-Alicante y en ella trabajan y viven varios misioneros diocesanos alicantinos.

 

El 18 de noviembre nos juntamos a comer con el Obispo de Chimbote, Mons. Ángel Ernesto Zapata Bances, todos los misioneros de Orihuela-Alicante que actualmente estamos en la diócesis hermana. Fue en la playa de Tortugas y la ocasión lo ameritaba. El padre Joaquín Ibáñez cumplía 88 años y no podía pasar desapercibido tal acontecimiento.

Fue una ocasión hermosa para recordar que todos podemos ser misioneros, más allá de cual sea nuestra edad, sexo, salud o estado de vida cristiana. En la mesa fraterna, se podía mostrar la rica diversidad de la Iglesia de Jesús: un obispo carmelita, tres sacerdotes diocesanos (Joaquín Ibáñez de Crevillent, Fernando Asín de Alicante y Jaume Benaloy de Benidorm), una misionera laica (Juanita García de Elche) y el seminarista de l’Alfàs del Pi, Andrés Sevilla Gregori. Lamentablemente, no pudo participar la hermana Lucía Vianney, de Elche, religiosa Misionera de la Caridad quien, desde este año, hace un maravilloso servicio de amor a las mujeres más pobres de Chimbote en el Hogar de la Paz, fundado por la Madre Teresa de Calcuta.

Sí, fue una mesa grande y gozosa, sencilla y generosa, acogedora y fraterna, como la Iglesia sinodal que queremos ser tras el último Sínodo. Una Iglesia, Pueblo de Dios, donde quepamos todos, hombres y mujeres, clérigos y laicos, jóvenes y ancianos, pobre pero siempre solidaria, “eucarística” por tantas gracias recibidas y profética ante tantas injusticias y desafíos que aún nos quedan en este mundo globalizado y líquido.

Sin duda, fue un lindo almuerzo de cumpleaños, metáfora de una Iglesia sinodal donde todos podemos ser misioneros o, mejor dicho, donde todos somos misioneros.