Monseñor Munilla ordenará dos nuevos diáconos permanentes

Será durante la celebración de la eucaristía el sábado 14 de octubre

 

La Diócesis de Orihuela-Alicante contará con dos nuevos diáconos permanentes. El sábado 14 de octubre serán ordenados José Vicente Más Zaplana y Miguel José López Suárez. La celebración tendrá lugar durante el desarrollo de la eucaristía a las 11 horas en  la Parroquia de San Esteban Protomártir de Alicante.

 

Tenemos que remontarnos a la Iglesia primitiva, a la apostólica. Todos recordamos ese texto recogido en los Hechos de Apóstoles (Hechos 6,2-6) donde se nos habla de aquellos primeros 7 diáconos en la Iglesia. En ese mismo libro los encontramos realizando distintos ministerios, (Hechos 6, 10; 8, 10; 8,25). También los encontramos en algunas cartas de San Pablo, donde se les presenta como ministros estables en la Iglesia, (Flp 1,1; 1Tim 3,8-12). Y en varios escritos de los Padres: Clemente Romano, San Policarpo, San Ignacio de Antioquía, San Justino,  San Cipriano, San Agustín, etc. Eran diáconos para siempre sin pasar al presbiterado. Con el paso del tiempo y las circunstancias de las distintas épocas, este grado del ministerio del Orden se fue perdiendo, quedando únicamente los diáconos en camino al presbiterado. En el Concilio de Trento se dictó un decreto que restablecía el diaconado permanente, pero nunca llegó a ponerse en marcha. Fue en el Concilio Vaticano II, en su Constitución «Lumen gentium» cuando se restableció:  «…se podrá establecer de nuevo en adelante el diaconado como grado propio y permanente de la jerarquía» (LG 29). Después, varios documentos del San Pablo VI le fueron dando forma. Y así en abril de 1968, en la catedral de Colonia fueron ordenados los cinco primeros diáconos permanentes con las disposiciones conciliares. En España el primero fue ordenado el 8 de noviembre de 1980 en la archidiócesis de Barcelona. En Orihuela-Alicante las primeras ordenaciones tuvieron lugar el 26 de diciembre de 2007, por D. Rafael Palmero en la catedral de Orihuela. Actualmente en el mundo hay unos 45.000 diáconos permanentes, de los que  552 están en España.

La restauración de este diaconado no responde a una cuestión funcional o de política eclesiástica, ni se puede entender fuera de su dimensión sacramental.

 

Y…¿quién es un diácono permanente?

 

«El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, se ejerce por diversos órdenes que ya desde antiguo recibían los nombres de obispos, presbíteros y diáconos» (LG 28). El diaconado permanente es un grado más  dentro del Sacramento del Orden. Con el «apellido» de permanente, se nos quiere hacer ver su distinción de que no es una ordenación hacia el presbiterado, sino hacia el servicio. Por tanto el diácono, por su ordenación, se convierte en un «icono» viviente de Cristo siervo en la Iglesia. La ordenación se realiza por la imposición de manos y la oración consacratoria, con la que es constituido miembro de la Jerarquía y ministro sagrado. Así un diácono permanente no es un laico «promocionado» ni un cura «rebajado». El diaconado permanente tiene su función y misión propias, y es una riqueza para la vida de la Iglesia.

Además de todo esto, un diácono permanente es alguien que generalmente realiza su ministerio a tiempo parcial. Los diáconos se han de ganar la vida para ellos y su familia con un trabajo. Esto supone que muchas veces se genere una tensión entre la vida familiar, laboral, ministerial y la propia vida del diácono, no siempre fácil de llevar. Por este motivo es muy necesario buscar un equilibrio entre estas cuatro dimensiones. En esto juega un papel importantísimo la familia y sobre todo la esposa del diácono. Ellas son un pilar fundamental dentro de la vida diaconal de sus maridos, y por ello reciben una formación específica dentro del camino formativo de sus esposos.

 

Y… ¿qué puede hacer un diácono permanente?

 

Las funciones del diácono permanente viene resumido en: «ministerio (diaconía) de la liturgia, de la palabra y de la caridad»

El diácono permanente realiza su servicio partiendo del ministerio de la Palabra, que lleva al ministerio del altar, y desde aquí ayuda a traducir la liturgia en vida, desembocando en la caridad. Dicho de otra forma:

1.Diaconía de la Palabra: Proclama la Palabra de Dios. Puede hacer la homilía.  Instruye y exhorta al Pueblo de Dios. Anuncia la Palabra con la autoridad conferida.  Realiza catequesis en todas sus gamas. Da razón de la esperanza a los que le piden.

2.Diaconía de la Liturgia: El diácono es ordenado para servir el altar, y para la santificación del pueblo de Dios. Administración solemne del Bautismo. Asiste y bendice a los matrimonios en nombre de la Iglesia. Conserva, distribuye y reserva la Eucaristía. Preside los ritos funerales y de sepultura. Lleva el viático a los moribundos. Administra algunos sacramentales. Preside la liturgia de las horas.  Participa en la Santa Misa en calidad de ministro de la sangre.

3.Diaconía de la Caridad: El diácono ejerce en nombre de la jerarquía los deberes de la caridad, de la administración y obras de servicio social. Asiste a pobres y necesitados.  Atiende la pastoral social. Sirve a enfermos, presos, desvalidos, ancianos, abandonados y olvidados sociales.   Expresa su compromiso de consagrado en la pastoral  educativa, movilidad humana, juvenil, animación de oratorios y otros.

 

Y…¿cómo puedo ser diácono permanente?

 

Para ser diácono permanente hay que tener menos de 60 años en el momento de la ordenación. Si se es soltero o viudo se deben tener 25 o más años y estar dispuesto al celibato. Si se está casado, se deben tener 35 o más años y llevar al menos 10 años casado. Tener espíritu de oración y sentido de Iglesia. Tener el grado en Ciencias Religiosas. Estar vinculado a una parroquia donde desarrolle su acción pastoral. Haber recibido los tres sacramentos de iniciación. Y si está casado, contar con el consentimiento por escrito de la esposa.

Antes de empezar la formación hay que hablar con el párroco, que es quien debe presentar al candidato.