Mensaje del Obispo para el Día de la Iglesia Diocesana

TÚ TAMBIÉN PUEDES SER SANTO

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Con motivo de la próxima celebración del Día de la Iglesia Diocesana, que este año coincide con la fiesta de la dedicación de la basílica de Letrán y que será conmemorada el 9 de noviembre, quiero dirigirme a todos vosotros con un mensaje de esperanza y llamada a la santidad.

En nuestro caminar diario, cada uno de nosotros está llamado a vivir en plenitud la vocación que Dios nos ha confiado. La santidad no es un privilegio solo de unos pocos, sino una vocación universal que todos estamos invitados a abrazar desde nuestro estado de vida, sea cual sea nuestra situación. La historia de la Iglesia y de los santos nos muestra que la santidad no es algo reservado a unos pocos elegidos, sino una meta posible para todos, en la sencillez de cada día y en las pequeñas acciones de amor y servicio.

Recordemos a aquellos hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han sido reconocidos por su fidelidad a Dios y su entrega generosa a los demás. Sus vidas nos inspiran a perseverar en la fe, a ser testigos valientes y a vivir con coherencia y alegría la vocación que hemos recibido.

Como nos enseña la Iglesia, todos podemos ser santos, cada uno en su propio estado y circunstancia, porque la santidad no consiste en grandes hechos, sino en la fidelidad cotidiana a nuestro compromiso con Dios y con los demás que se concreta, se encarna en la Iglesia diocesana de Orihuela-Alicante.

Os invito a reflexionar sobre el lema de este año: «Tú también puedes ser santo». Es un recordatorio de que la santidad está al alcance de todos, y que cada acto de amor, cada gesto de misericordia, cada momento de oración y servicio, nos acerca más a esa meta. No importa cuán pequeños sean nuestros pasos, lo importante es mantenernos firmes en el camino, confiando en la gracia de Dios que nos fortalece y guía.

Que esta celebración nos motive a renovar nuestro compromiso de vivir con fe, esperanza y amor, y a ser testigos vivos del Evangelio en nuestra Iglesia diocesana. Sigamos el ejemplo de los santos y siervos de Dios, que con su vida nos muestran que, con la gracia de Dios, todos podemos aspirar a la santidad.

Que la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, nos acompañe en este camino y nos ayude a descubrir en cada uno de nosotros la semilla de santidad que Dios ha sembrado.

Con mi afecto y bendición.

Mons. José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de Orihuela-Alicante