El martes 31 de mayo, en la Sala Miguel Hernández de la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, tuvo lugar la presentación de las Conclusiones de la Semana Social, organizada por la Conferencia Episcopal Española y en la que nuestra diócesis de Orihuela-Alicante ha sido una de las doce diócesis españolas que ha tenido participación.

Esta Semana Social tenía como título: LA REGENERACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA.  UNA LLAMADA AL BIEN COMÚN Y LA PARTICIPACIÓN. Tuvo una Fase Diocesana y una Fase Nacional. La Diocesana se desarrolló en cada una de las doce diócesis participantes. En Alicante nos reunimos tres sábados de 10 a 13 de la mañana: 18 de septiembre, 16 de octubre y 6 de noviembre. Un grupo de 15 personas, de todos los ámbitos sociales, económicos y políticos alicantinos, convocados por la Junta Diocesana de la Semana Social, debatieron a partir de los cuestionarios que nos ofrecieron desde la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal. Dos personas, Isabel Luján (del grupo de los 15 participantes) y Charo Martínez (de la Junta Diocesana), participaron en Sevilla los días 26, 27 y 28 de noviembre en la Fase Nacional de la Semana Social.

En la Presentación de las Conclusiones el pasado 31 de mayo, contamos con la presencia de Don Fernando Fuentes Alcántara, Secretario Técnico de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana de la Conferencia Episcopal. Presentado el acto por Miguel Riquelme, como Delegado Diocesano, dos personas, miembros de las mesas de diálogo de nuestra Fase Diocesana hicieron la exposición de las conclusiones. Dña. Isabel Luján las de la Fase Diocesana, y D. Manuel Rodríguez Maciá  las de la Fase Nacional. A continuación hubo un animado diálogo, y concluyó el acto D. Fernando Alcántara anunciando que esta Semana Social, y concretamente con la modalidad de la participación de las diócesis, va a continuar el año próximo con la temática de “El diálogo social”, siguiendo una de las pautas apuntadas por el papa Francisco en la encíclica “Fratelli tutti”, y animó a seguir trabajando en nuestras comunidades eclesiales en un crecimiento de la sensibilidad social y en la participación en la vida pública de los cristianos.

CONCLUSIONES DE LA SEMANA SOCIAL A MODO DE PROPUESTAS

 

Compromiso por construir una sociedad más inclusiva:

·      Vinculando asociativamente a creyentes y no creyentes.

·      Dando protagonismo a la sociedad civil en la edificación de la fraternidad universal.

Empeño por construir una gran familia humana desde la diversidad.

Compromiso por:

·      Procesos de diálogo público entre ideas encontradas.

·      Experiencias de amistad social entre personas con diferencias ideológicas, culturales o religiosas.

Este diálogo público, según Fratelli tutti:

·      Es una exigencia que para los cristianos es una llamada.

·      Una llamada a un “diálogo persistente y corajudo” (FT 198) que se convierte en un horizonte esencial para la vida pública.

El ámbito educativo (donde la Iglesia amplia presencia):

·      Debe potenciar esta educación para la vida pública enraizada en el diálogo social y político como escuela de fraternidad.

Las periferias sociales son un referente esencial para regenerar la vida pública:

Para los cristianos la opción preferencial por los pobres es un fundamento básico para el bien común.

El compromiso con la vida pública nos llama a los cristianos a aportar nuestro bagaje cultural y político para enriquecer y enriquecernos con nuestra participación en la vida pública:

·      Una Iglesia sinodal y en salida debe promover las vocaciones al mundo político.

·      Laicos y laicas que vivan como misión de servicio su presencia en la vida política activa en la diversidad de opciones existentes.

·      Comprometerse en las dinámicas del poder político, no para sucumbir ante él, sino para convertirlo en servicio para el bien común es una “altísima vocación, una de las formas más preciosas de caridad” (EG, 205), que la Iglesia debe acompañar, formar y cuidar.

·      El acompañamiento personal y comunitario a las vocaciones políticas se constituye como un reto fundamental en el contexto complejo e incierto que vivimos.

No somos “profetas de calamidades” que condenan el mundo en su totalidad, sino que debemos reconocer todo el bien que existe en él mismo.

El compromiso en la vida pública nos llama a reconocer, aprender y colaborar con esta creciente, aunque insuficiente, conciencia de interdependencia global.

Riesgo y oportunidades aparecen de la mano en el mundo digital.

A pesar de estas ambivalencias, el mundo digital es un espacio privilegiado de conformación de intereses, valores y tendencias al que la Iglesia no puede ni debe renunciar.

Comunicar, participar y colaborar en este significativo mundo en el siglo XXI para la construcción del bien común es una llamada urgente para la presencia significativa de la Iglesia.

Las religiones tienen un acervo ético, cultural y antropológico riquísimo para aportar a la vida pública.

Las religiones están al servicio de la fraternidad en el mundo (FT cap. 8) y deben ser en las sociedades democráticas dinamismo de solidaridad y participación.

Los católicos, desde nuestra rica tradición, estamos convocados al diálogo interreligioso para reconocer las aportaciones que juntos podemos hacer en la construcción del bien común.

Es una llamada a todos los cristianos y cristianas a comprometerse en los diversos escenarios de la vida pública.

El mundo en el que nos movemos necesita personas que, alimentados desde la Parábola del Buen Samaritano, sean capaces de pararse a los bordes de los caminos y compasivamente comprometerse en la construcción del bien común desde la vida pública.

 

Miguel Riquelme Pomares

Delegado Diocesano de Acción Social y Caritativa