El obispo, D. Jesús Murgui, ha dirigido una carta al colectivo de seminaristas de la Diócesis, con motivo de la especial situación que estamos viviendo.

El contenido de la misiva es el siguiente:

Queridos seminaristas de nuestra Diócesis:

Hoy, Lunes Santo, terminada la Misa Crismal, quiero deciros que os he tenido muy presentes durante esta celebración tan sumamente significativa en la vida de la Diócesis. Es una celebración que anticipa el Jueves Santo, su marco natural, al ser el día en el que el Señor instituye la Eucaristía y el sacerdocio de la Nueva Alianza.

Este año por la tragedia sanitaria que estamos viviendo, por la pandemia, hemos estado limitados, sobre todo en la asistencia, y así la presencia de sacerdotes ha sido simbólica, aunque aún era menor la presencia del conjunto del Pueblo de Dios, pues la hemos celebrado con las puertas cerradas de la Concatedral de San Nicolás; aunque, eso sí, cuidando todos los detalles y percibiendo que llegábamos a muchos por los medios de comunicación, y que muchos se hacían presentes, con su sintonía espiritual y plegarias, hechas comunión intensa.

En ese fondo celebrativo, además de rezar por los actuales sacerdotes de nuestra Diócesis y por nuestros sacerdotes difuntos de este último año, también lo he hecho por vosotros, nuestros futuros pastores, futuro de nuestro presbiterio.

También vosotros estáis afectados por el confinamiento que vive nuestra sociedad, consecuencia de la emergencia sanitaria que vivimos por la pandemia del coronavirus. Por ello estáis viviendo un tiempo sumamente especial y singular. En estas circunstancias deseo haceros llegar una palabra de cercanía a cada uno de vosotros y de ánimo.

De ánimo para que, en actitud positiva, veáis que el Señor nos está probando a todos: a la sociedad, a la Iglesia, a las familias, a las instituciones, a las personas. Y, por tanto, debemos saber afrontarlo como prueba y entenderlo como una oportunidad para mejorar, para superar lo negativo de nuestra realidad. Este es un tiempo propicio para el discernimiento. La Ratio fundamentalis nos recuerda precisamente que el proceso formativo que debe vivir el seminarista “debe tender principalmente a hacer del futuro presbítero el ‘hombre de discernimiento’, capaz de interpretar la realidad de la vida humana a la luz del Espíritu, y así escoger, decidir y actuar conforme a la voluntad divina” (n. 43).

Dios nos habla en todo lo que está ocurriendo. Al conjunto y a cada uno. Dios nos ofrece en estas dificultades una ocasión para probar nuestra fe y nuestra calidad humana y cristiana, nuestros valores y nuestras deficiencias. Debemos escuchar qué nos dice, debemos hacer de este tiempo una oportunidad de conversión, de sabiduría y de mejora. Vivid intensamente la Semana Santa y Pascua para escucharle y encontraros con Él.

Desde luego, no es bueno caer en pesimismos porque “a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rom 8, 28). También os digo a vosotros las palabras que he dirigido a todos los sacerdotes en la homilía de la Misa Crismal: “Es tiempo de demostrar qué tipo de curas somos, viviendo con empeño y sin resignarse a la adversidad”. Tampoco toca abandonarnos en la vida que llevamos. Mantened alto el ánimo, llevad un orden y una real autodisciplina para que este tiempo sea tiempo útil, lleno y fecundo, por la oración al Señor, el estudio programado y orientado por vuestros profesores, y el servicio a los demás, comenzando por los más cercanos. Seguid escrupulosamente las indicaciones de vuestro rector y formadores, especialmente para mantener viva vuestra realidad como Seminario, muy unidos entre vosotros, más que nunca, como comunidad. No os despistéis.

Tenéis la gran ocasión, en este tiempo de forzada reclusión, de ayudar y de vivir la cercanía en vuestras familias. Haceos cargo en lo que os toca y podáis apoyar, saliendo de vosotros mismos, atendiendo a otros, en familia. También esto vale para todos los que viven cerca de vosotros, como Iglesia y como sociedad. Pensad que, muy posiblemente, tras el drama sanitario entremos en un tiempo de “pandemia económica”, un tiempo con fuertes necesidades, que reclamará estilos de marcada sensibilidad y entrega. Si el modelo de sacerdote al que aspiráis es el que la Iglesia os está pidiendo, que es estar configurados con Jesús Buen Pastor, que se entrega al límite y da la vida, ahora tenéis una oportunidad inmejorable para progresar hacia Él.

Aprender a servir pasa por servir y entregarse en las circunstancias y personas que de hecho tenemos y no en las que quisiéramos tener. Por no ser capaces de esto, muchos nunca comienzan a madurar, y entran en una vida llena de excusas para tapar su pereza y su falta de ideas claras y de acciones que venzan su comodidad y mediocridad. Tú ayuda, ya: en tu casa, en tu parroquia, en la realidad en las que vives.

Tengo noticia de que muchos de vosotros estáis participando de iniciativas evangelizadoras a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Os animo también a que no abandonéis este campo de apostolado, recordándoos lo que nos dice la Ratio fundamentalis sobre las realidades digitales: “se trata de nuevos ‘lugares’, en los cuales tantas personas se mueven cotidianamente, ‘periferias digitales’ en las que no puede faltar la propuesta de una auténtica cultura del encuentro, en el nombre de Jesús, para edificar un solo pueblo de Dios” (n. 98). Que vuestra participación en las redes sociales tenga siempre como objetivo evangelizar, haciendo posible una cultura del encuentro para edificar la Iglesia.

Pero no os olvidéis de tomaros en serio vuestra unión con el Señor en la oración y los sacramentos, el estudio y la autodisciplina.

En fin, no os canso más. Por eso paso ya a enviar un saludo grande a vuestros padres y familiares cercanos, y les digo: vivid valorando el don de Dios, la gracia, que es tener en casa, entre los hijos, hermanos o nietos, a alguien a quien el Señor puede haber llamado a seguirle como sacerdote; si lo valoráis, lo cuidáis, y un día llega a ser ordenado presbítero, tendréis una alegría que os durará hasta la eternidad.

Igualmente envío mi especial saludo a vuestros párrocos y sacerdotes que os acompañan, a ellos les digo: bendita la hora que comenzasteis a cuidar la humilde semilla de esta vocación; vosotros sabéis el valor ante Dios que esto tiene, siendo ayuda para cuidar y discernir su llamada. Él os premiará como buenos colaboradores suyos.

Termino con un abrazo a los responsables de nuestro Teologado en Alicante: D. Vicente -rector-, D. Miguel Ángel y D. José Navarro -formadores- y
D. Manuel -director espiritual-. Y otro para los responsables del Seminario en Orihuela: D. Francisco Javier -rector-, D. Marcos G. -formador- y D. Marcos A. y D. Ramón -directores espirituales-. A todos ellos les expreso el apoyo y la gratitud de la Diócesis por su delicado e impagable servicio.

Deseo que, por intercesión de nuestra Madre Inmaculada y San Miguel, Dios nos siga dando vocaciones para tener santos pastores de nuestra Iglesia.

Buena Semana Santa. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

Ánimo. Un abrazo, con mi oración y bendición

  Jesús Murgui Soriano. Obispo de Orihuela-Alicante.